"Amar, temer y partir (y algunas otras conjugaciones silenciosas)"


Se trataba sobre los gestos y mi expectativa jurásica de que los notaras, sobre los frunces de las manos cuando estas se ubican correctamente y también sobre lo azul de la voz que me indemnizaba. Quizá, si deseara detallar completamente mi pseudo-infortunio, debería comenzar contando desde que la noche se apaisaba y se me impregnaba en los ojos o desde que en mi frente lloraba la luna y en la piel se me infiltraba, furtivamente, la obediencia de no parecerme a mí.

Me bajé del taxi drenando drásticamente el irrebatible suspenso que desata una mano suspendida en el aire y mientras cerraba la puerta, tamicé algunas últimas ideas que tuve recientemente. Abajo de mi cara sentía el mapa de una ciudad nunca descrita y el característico burbujeo de la intriga. Tenía un vestido estampado y voluntad, producto de la certeza que me atornillaba a una suerte de arte extraño. Caminé dos cuadras, durante las cuales aproveché para suturar algunos últimos desencuentros hasta de llegar a la fiesta.

Estaba lleno de gente que apenas conocía. La fiesta era en un departamento decorado con recuerditos de distintas localidades de veraneo, carpetitas tejidas al crochet y plantitas plásticas. En el living había un gran mapamundi color chantilly que, a la luz de ochentosos veladores, iluminaban situaciones incongruentes. En cuanto llegué, me remití a buscar al anfitrión y, curiosamente, le pregunté dónde se encontraba a un chico que, mientras yo le formulaba mi pregunta, disponía su peor cara de marisco. Realmente, a veces creo que soy la primera persona a quien la conducta humana ha confundido, asustado y hasta asqueado, pero igual proseguí buscando hasta que me saludó, de manera muy efusiva, una amiga que, de chica, era fanática de las iguanas. Ella, con una energía cuasi irritante, me contaba de su vida y para evitar el típico ping pong de preguntas y respuestas, la escuchaba atentamente contemplando el sillón. Decidí que de mi situación actual no había nada que discutir, ni nada que recordar y que lo más sensato que una persona podía hacer, en una fiesta así, era estar sentada fingiendo pasarla bien, con una copa en la mano. Me vi obligada a interrumpir su interminable monólogo - que para ese momento ya había alcanzado a describir una anécdota con Miriam, la modista que le hacía los vestidos a su tía y le cosía las cortinas- para buscarme otra copa.

Yendo a la mesa, me detuve en la estampa persa de la alfombra, lo que hizo que me desentendiera, totalmente, de la expectativa general de mi vida o por lo menos la de esa noche, hasta que del bullicio erupcionó una voz que me allanó y disgregó, todo al mismo tiempo. Era la de él, no podría haber sido de alguien más. Hacía un poco más de un año que no la escuchaba y ya me había divorciado de varias costumbres corruptas que tenía para impedirle que llegara a mis oídos.

Pero, a pesar de todo el tiempo que había pasado y de que mi dignidad quedó esquilada, me di cuenta de que estaba apiñada, sirviéndome el trago y eludiendo su mirada. Siempre me imagino tropiezos casuales con algunas personas de las que me exilié... es más, pienso en eso dos o tres veces por semana y cuando trato de escribirlo, siento que se me desvanecen las palabras. Pero, esta vez, vi los hilos tensos que nos inmovilizaban y elevaban, sin darnos cuenta, toda esa agonía, producto de una infinita interrupción que siempre titilaba en todos los gestos y todos los recuerdos. Vi abreviarse todas las distancias, los dolores de cabeza, las bahías hostiles y fundirse la niebla.

Con mi trago me senté nuevamente a escuchar a mi amiga que, intensa, siguió haciendo una reseña de su vida y jactándose de que no tuvo estrés pos traumático luego de la ruptura de su último noviazgo, declamó:

—Pero, ¿cómo podés vivir sola? No sos feliz, ¿no?

—Por supuesto que no. Ser feliz es una mentira.

—Pero ¿no te gustaría tener a alguien?

— ¿A alguien como quién?

—Como un novio.

— ¿Para qué?

—Para que te cuide.

—Ya tengo una puerta blindada.

—Bueno, pero estando así… ¿no te sentís un poco sola?

—Mi soledad y yo nos llevamos bien, no necesitamos que venga la soledad de otro y nos desplace, superponiéndose.

— ¿Y no te gusta que te digan que te quieren?

—Sí... Cuando te quiero significa "te quiero", no cuando significa "me pertenecés"… que es más o menos, siempre.

— ¿Sabés? Me parece que no has estado nunca enamorada.

— ¿Y vos, sí? ¿Me vas a decir que estás enamorada de ese Tomás?

—Mmm... ¡Yo creo que sí!

— ¡Crees que sí! O lo estás o no lo estás. Si yo estuviese enamorada de Máximo, no necesitaría media hora para pensarlo.

—Oh…sólo fue un segundito.

— Ni un segundito ni nada. El amor no es algo que puedas poner en duda, es una ola que te lleva por delante, un estornudo que te deja estúpida, un incendio que te abrasa por dentro.

—Me estás dando un poco de miedo.

—Es que, no sé… el verdadero amor debería acongojarnos... Debería destruirnos para resucitarnos después, eso es para mí el amor. Y lo que vos llamas amor, para mí, es como una imitación hecha en Taiwán.

Por momentos creo que soy demasiado hiriente cuando hablo, pero la situación era más manejable de lo que parecía. Yo a ella siempre le decía la verdad y sabía que soy así. Alterada, noté que él escuchó todo el debate y se acercó con su risa pulida a saludarnos con su típico “cómo andás”. Estaba igual…un poco más alto y con los ojos más cargados de nostalgia, quizá, más oscuros. Entonces me dijo “¿Me acompañás a fumar un pucho?” Y yo me levanté y lo seguí hasta la terraza.

Estrujada, me detuve, ¿a dónde iba? Ya ni sabía ni siquiera con quién estaba yendo. Él se detuvo, empantanado, mirándome, invitándome con su actitud desde la terraza.

Y yo me fui… porque no es la primera vez que casi me convence de deshacerme de ese modo subjuntivo que tengo de contar todo.

Magdalena Ducoin


“Tejiendo textos”



Homenaje al poeta cubano José Martí

Cultivo una rosa blanca

antes de la batalla,

en junio como en enero,

cuando triunfa el señor del suelo

Cultivo una rosa blanca

para el amigo sincero, solidario compañero

y le abrazo, con toda confianza

pues me da su mano franca

Y para el cruel que me arranca

el corazón con que vivo

y con su bala me inmortaliza,

mientras se pierde en el vacío

cardo ni ortiga cultivo.

En el jardín de mi imperio,

cultivo una rosa blanca,

nuestra última esperanza.

Jean- Milian Noé

Córdoba, la suya, la tuya y la nuestra.


El mundo es un pañuelo. Parece increíble que el centro de nuestra Córdoba sea posible encontrar embajadores de todas las banderas, pero los hay, sacando fotos a la catedral, degustando nuestros sabores, estudiando en nuestras universidades y devorando una comida rápida que les recuerda al hogar.


Plaza San Martín, punto de encuentro

Basta bajarse del colectivo al costado de la Catedral, para encontrar a una guía turística contándoles la historia del Cabildo a un grupo de suizos, alemanes y japoneses que la escuchan atentamente, cámara en mano. Posan sonrientes para captar la foto perfecta al lado del caballo del General, entre la ajetreada multitud que camina, presurosa, hacia ningún lado.

Los vendedores en los puestos de churros y choripanes ofrecen agradecidos los productos de nuestra cocina popular y reciben generosos billetes aprovechando la falta de control de los inspectores municipales, seguramente de paro.

El helado

En la Grido de la Colón se puede escuchar a un grupito de holandeses - que viajaron con sólo una mochila al hombro - luchar por descifrar qué es el misterioso "dulce de leche" y averiguar cuál de todos esos nombres extraños es la siempre segura “frutilla”. Susurran y se ríen entre ellos en su lengua madre, mientras la paciente y aburrida vendedora espera que le comuniquen su elección en un español casi incomprensible.

Los souvenires

Es normal encontrar en los bazares a una familia de coreanos mirando vidrieras, buscando el recuerdo perfecto de su aventura en Latinoamérica. Entran al local y tardan unos minutos dudando si deberían llevarse un mate con detalles en plata o un facón con mango de cuero, pero, al final, ninguno de los productos típicos los atrae y terminan comprándose más de lo mismo que hubieran encontrado en Asia…productos “made in China”.

Los arcos dorados y los estudiantes

El punto de reunión, por excelencia, parece ser el Shopping Patio Olmos. Muchos de los cansados turistas descansan de su alocado tour por la ciudad como los coreanos, que hacen sus últimas compras y los holandeses, que se toman un tiempo para almorzar. De todas las nacionalidades son los viajeros que se apiñan en el mostrador de McDonald's, tratando de encontrar las palabras justas para pedir la deseada y universal “hamburguesa”. Mientras tanto, sentados en las mesas con dos vasos grandes de café, yacen enterrados en libros y fotocopias un par de estudiantes estadounidenses, en un ambiente un poco más familiar, tratando de exprimir su cerebro para el próximo parcial de la materia que están cursando en una de nuestras universidades.

El sanatorio.

Los hospitales y sanatorios privados también reciben con los brazos abiertos a aquellos que están lejos del hogar; bien lo sabe la residente norteamericana a la que nuestros amables médicos paseaban de aquí para allá explicándole los estudios que se hacen en el área de radiología en Oulton, y a quienes pude observar mientras esperaba que me hicieran una radiografía en el pié. También lo sabe la docente italiana, que le explicaba algo al estudiante africano que había acompañado al Sanatorio Allende…el muchacho no entendía por qué después del 100 los números que se otorgan en la recepción del laboratorio vuelven a empezar desde el 1…

Parece, sí, que el mundo es un pañuelo…que "nuestra" Córdoba ya no es tan "nuestra" y que la compartimos con el planeta entero.

Emilia Dennler

"Marny"




I met Marny twelve years ago. We were just little, shy girls back then, but somehow we locked eyes and knew immediately we would be friends. We found each other among the crowd in my cousin John’s birthday party, smiled at each other showing proudly our toothless smiles and defeated out shyness to talk.

Marny had beautiful, shiny blond hair. It was the first thing about her that caught my eye. Her long, straight locks were perfectly styled in two pony tails. Her chocolate brown eyes looked huge behind her glasses that slipped off her nose bridge every two minutes: she had this tiny nose scattered with freckles. Her mouth was always smiling, her cheeks bright pink when she blushed, which happened pretty often. She was skinny and short, and considering the sweetness of her heart-shaped face, she could seem very fragile, as if you could hurt her just by talking to her. Nothing further from the truth.

Marny was shy and she struggled to talk to people and to make new friends, but she was brave and strong. She would try again and again, despite the way some kids treated her because of the way she looked. They made fun of how tiny she was, of her glasses, of the way her eyes seemed to occupies half her face. I found her adorable, but apparently I was the only one. Still Marny tried them to like her. She never cried in public; if someone hurt her, she smiled and with an uncommon dignity for a seven year old she accepted failure and moved on. Once you got to know her you soon learned not only was she strong and brave but she was also very funny, generous smart and a wonderful friend. I loved her, she was my best friend.

Around the time we met, her Mom started taking her to karate lessons and to a reading club in the community center of our town. Regardless what you might think she kicked ass in karate and was as feared as respected by other children in her class. She even won a couple of medals in local competitions. It made her feel tall, gigantic, that is why she loved karate so much. She could stand up and speak up for herself as she couldn’t do anywhere else with words. She also loved reading, a passion we shared. She would borrow me the books she read in her book club and we would spend hours talking about them. Soon she would realize that she was a very talented writer as well as a reader.

Marny and I haven’t talked to each other in ten years now and I still miss her very much. I know she misses me too, because every time I visit her in her room I find pictures of us on the wall and very often I see my name in her diary. She writes about how, though she has made new friends, none of them can replace me; about how much she misses our slumber parties and how much she wishes that plane hadn’t hit the towers when my family’s car was passing in front of them that day in September. I wonder whether she knows that I haven’t left completely, I wish she knew that though she can’t see me or hear me I’m still her friend , that sometimes to see her smile makes my day, that I’ll always near her, taking care of her, that I love her very much and that I’m thrilled she kept our pictures on her wall. I wish I could tell that regardless how beautiful she’s now, I still think she was adorable back then.


Emilia Dennler



Palabras y preguntas que fluyen como ríos…



"Entre tú y yo, preguntas"

¿Y si cierras los ojos? ¿Y si te dejas llevar?
¿A dónde vamos? Al centro del paraíso.
¿Qué cosas dices? Pareciera que hablaras con un niño.
Déjate llevar, te aseguro que lo disfrutarás.

Nos vamos a una tierra que no existe, en algún lugar donde amarás flotar.
Flotar. Eso me inunda, la nada me inunda, me siento vitalmente innecesaria, como si ya no estuviese, como si ya no escribiese, alguien más me escribe, me dibuja, y no lo hace.
Soy el hueco. Si alguien dibujara, pues yo sería el espacio que no ocupo, sí, eso mismo. Pero se siente bello.No creas que sufro.Es que ahora puedo estar sola, rodeada solo de mis pensamientos, y eso me hace feliz, tan feliz!
Ya no necesito estorbar a nadie porque no soy nadie, simplemente un vacío que se hunde en la plenitud de este espacio recubierto de trazos multicolor.
Y observo, me observo, te observo…te siento.
¿Cómo puedes? Es algo que apenas yo puedo explicarme,
¿Cómo puede ser que entiendas con solo mirarme la plenitud que siento ahora mismo? Solo en este instante, pero para siempre.
Tal vez haya cosas que no puedan ser, como esto, como tu imagen reflejando plenitud al mundo, pero lo son.
Tal vez ni tú ni yo seamos.

Valentina Damiano

La PERLA del horror


















A través de la ventana del colectivo, una de las tantas rutas desfilaba ante mis ojos. No recuerdo el lugar exacto en el que desviamos el camino hacia una pequeña calle de ripio, pero sí recuerdo la sensación de haberla recorrido antes adentro del baúl de un Falcon,
en calidad de bulto.

Al llegar, nos recibieron las personas que trabajan en el lugar y nos informaron acerca de cómo funcionaba este Centro Clandestino de Detención y Exterminio. Durante la charla se tocaron diversos temas, desde cuestiones relacionadas con nuestra Historia
hasta la actualidad.
El recorrido fue corto y contundente, sobretodo cuando entramos a “La cuadra”, el lugar en el cual se encontraban alojados los detenidos-desaparecidos, una especie de vestuario donde el frío te calaba los huesos y sentí que mis huesos eran perforados más aún, por la extraña sensación de haber estado antes ahí...me imaginé tirado en el piso de ese horrible lugar… hambriento, sucio, habiendo perdido incluso mi condición de Ser Humano.

Quizás, antes de existir, ya había estado en ese lugar. Quizás vos también.
Quizás no fueron solo 2000 las personas que pasaron por La Perla. Quizás fuimos todos nosotros.

Pablo Weber











ARCHIVO PROVINCIAL DE LA MEMORIA


Recordar, para que lo mismo no suceda.

Recordar, porque en nuestro presente profundas huellas ha dejado.

Recordar, para no ser indiferentes a la indiferencia.

Recordar, porque hermanos nuestros fueron todos.

Recordar, para desenmascarar al mentiroso y comprender al ignorante.

Recordar, porque mucha agua bajo el puente ha pasado y nada ha cambiado.

Recordar, para luchar contra la avaricia de los pocos que a muchos de sus vidas han exiliado.

Recordar, porque sean como sean los gobiernos que pasaron, nuestra libertad siempre fue estrecha.

¿Qué es la memoria?

Memoria son las semillas que el transcurrir del tiempo siembra

y el presente cosecha.

No hay más fiel y puro recuerdo que el del presente.

No se puede ser sin memoria, en ninguna dimensión, pues todo cambio deja huellas y estas son entonces la memoria.

Memoria es un todo incorruptible e indivisible, somos todos contando nuestro pasado en el día a día.

Pedro de Ferrariis

"Objetos, sensaciones, memoria”

Entré al lugar y muchas sensaciones me invadieron. Caminé por donde ya muchos habían caminado, con pasos pesados, lentos, tambaleantes, apresurados, débiles, desganados, arrastrados… Me escurrí por las habitaciones… las paredes me miraban, me contaban cosas, estaban escritas con historias, hablaban, susurraban, gritaban y algunas… lloraban.

Vi una guitarra, un libro, un tocadiscos, una camisa, una moto, una cruz... Vi cientos de fotos que no encontraron a su dueño y cientos de nombres grabados, tanto en lágrimas como en sonrisas… Me metí en una habitación diminuta y sentí que mi corazón se estrujaba, hasta que una voz dulce y tranquila me empezó a hablar… me habló de muchas cosas, feas y lindas, tristes y sabias… me hizo pensar, llorar y me llenó el pecho de tantas cosas que no podrían describirse en una sola palabra…

¿Cómo te sentís ahora?, me pregunté. ¡No lo sé! Pensé en lo que había visto. ¿Nunca más esas fotos verían a sus dueños? ¿Nunca más esa guitarra iba a ser tocada? ¿Nunca más esa moto iba a sentir ese viento que corta al andar?

Entonces, mis labios se abrieron para decir “pienso diferente.” La voz me dio un abrazo y todo ese peso en el pecho se esfumó… me sentí liviana, como si pudiera flotar y unas suaves notas musicales, acompañadas por un murmullo, llegaban hasta mí traídas por un viento fresco… eran las voces, las fotos y las paredes, la guitarra y la moto, la camisa y el libro, el tocadiscos y la cruz, las pisadas y las lágrimas, todos se unieron en un susurro que al principio no entendí, pero luego me di cuenta… decían NUNCA MÁS.

Laura Palmieri


“The wonderful joke about Roberto´s crime”



Mediocre air. Weird music and people talking unruly. She was standing up at the doorframe alone. They were gossiping about her eyelashes being fake. Something she had drunk before alienated her, she couldn´t control her mows. The hygiene of not waiting for him convinced her that she had to leave immediately.

Two girls wearing high heel shoes were looking down on her. Her phone started to ring and I noticed it. She said: “What time did you say it was?” (I thought those kind of words should be silent) Then she kept on saying : “I shouldn´t have been drinking until 5 o´clock. I think I shouldn´t be telling you this, I know,I know, but I can avoid seeing your beauty is continuously consumed by another woman´s essence. Yesterday I fell asleep as you didn´t come. I belived, maybe, at some other time you would come to another party with me because I am not such an ordinary left over, not a lonely star. I can’t believe in your magic, life is so automatic…” She hanged up the phone feeling hell in her feet and walk towards a table full of liqueurs and glasses. The call was so confusing that she hadn’t realized she was raving until she saw Robert behind a lamp.

Precisely, at that time, she couldn´t define the boundaries between right and wrong, but when she saw him behind that lamp she felt a hundred scorpions pricking her nape. A fake laughter and a strange heat shaped subtly all along her body. The yellow light coming from the lamp pampered Roberto´s eyes with small sparks which contemplated the party and the sofa´s stamp.

I think I saw everything.

The vertigo and their eyes embraced.

“Invéntate el final de cada historia, que el amor es eterno mientras dura”. (Ismael Serrano)

So I was sitting there in the bar, and this guy comes up to me and he said -"my life stinks"-

and I saw his gold credit card, and I saw the way he was looking at people across the room,

and I looked at his face and you know -what a good looking face-

and I just said, "hey, your perspective on life sucks".

Mika. (Blame it on the girls)

Magdalena Ducoin

"En el país de Alicia""



“Quién sabe Alicia éste país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?

Canción de Alicia en el país- Charly García

Parada allí, frente a la ventana de la cocina observo conmovida aquel mundo que se abre tan cálido, tan puro, tan frágil, tan libre frente a mí. Su enormidad no me asusta, mas bien al contrario, deseo adentrarme en él y perderme en sus trazos violáceos hasta que ni yo misma me encuentre. ¡Qué poderoso aquel universo! Ofrece el anhelado olvido, pidiendo, a cambio, tan sólo un momento de quietud para mirarlo. Simplemente es su magia, la sensación de libertad que me llena al verlo, la que me provoca un cosquilleo en los dedos, una ansiedad ciega, ¿Y si abriera la puerta y corriera hasta que olvide mi nombre, si me perdiera en las callejuelas inacabables de la nada?

Doy vuelta la cabeza y avisto el rincón donde Miranda, de pequeña, solía jugar con su muñeca favorita. Luego Alicia irrumpe en la habitación y su imagen joven se me viene a la cabeza. Sus ojos, como los de un mar embravecido, solían mirarme con cierta dulzura mezclada con un falso enojo, cada vez que robaba la muñeca de Miranda, desesperada por llamar su atención, ganándome un castigo. ¡Qué tiempos aquellos! Aún se me hace agua la boca cada vez que recuerdo el aroma dulce de las tortas que me preparaba para merendar los fines de semana. Recién salidas del horno, inundaban la casa con ese perfume a vainilla. Ahora Alicia no cocina más. De hecho, apenas sobrevive. Los años han pasado por su cara, una vez jovial y bella, ahora ajada y derruida, tan derruida… Me duele ver su decadencia.

Vuelvo la mirada hacia el cielo que, ya plagado de estrellas, se va cerrando la noche. De a poco, las casas van prendiendo sus luces.

-Prepará las cosas que en un ratito salimos-dice una voz desde el marco de la puerta. Es Miranda. Su mirada tan agitada, tan llena de pensamientos que la atosigan. Ella también piensa en aquellos días con melancolía, pero debe mostrarse fuerte y segura. Tan adulta y tan niña a la vez con sus diecisiete años. Sus rizos morenos caen sobre sus hombros y sus agobiados ojos brillan, tan azules como los de Alicia. ¡Cómo me gustaría haber heredado esos ojos! Pero yo me parezco a papá. A veces sueño con las navidades en las que todos nos sentábamos en la misma mesa. Ahora eso parece simplemente imposible. Desde que Alicia enfermó, todo lo que yo amaba se ha ido esfumando al punto de ser tan sólo reminiscencias de años pasados y expectativas de tiempos mejores. La tristeza que me produce haberlo perdido todo, haberla perdido, me produce un vacío que apenas puedo delinear. ¿Tiene fin? ¿Tiene principio?

Ya es hora, tenemos que irnos. Me subo en el auto, me siento al lado de Miranda. Volteo la cabeza, los gritos de Alicia me hacen volver la mirada. Lanza unos gemidos inhumanos, casi animales y sale corriendo tras el auto.

-¡No te vayas! ¡Te prometo que me voy a portar bien, que no te voy a pegar más, pero no te vayas! -vocifera desesperada. Tropieza con sus propios pies y cae; no puede seguir corriendo. Se queda inmóvil en medio de la calle, me llama una última vez y se rinde, solloza ruidosamente, mientras veo cómo las lágrimas inundan su rostro. Pero su imagen se hace cada vez más pequeña, señal de que me estoy alejando. La brecha entre las dos se hace enorme y comienzo a llorar yo también. Tengo el corazón en la mano, me desasosiega lo que acabo de presenciar. Tanto a Miranda como a mí nos preocupa dejarla atrás. Con o sin Alzheimer, Alicia sigue siendo mamá.

El trayecto es corto, es interminable, todavía no lo decido. Al llegar a la casona, solamente pido poder acostarme un rato: no quiero contestar ninguna pregunta. Entro a la habitación que han preparado para mí y me dejo caer en la cama, destruida, demasiado cansada para hacer o pensar en nada. Puedo escuchar algunas voces.

-Pobrecita, catorce años y ya es una vieja, mirá todo lo que le tocó vivir-dice con tono compasivo la tía Nélida.

-El padre que la abandona cuando tiene diez años, la madre loca y la hermana que se va a Europa y la deja sola ¿Qué más le puede pasar? Demasiado buena es - le responde tía Cora.

-Pero Miranda dice que cuando se instale allá, la viene a buscar...

-No seas ilusa, Cora… Miranda no vuelve más- contesta la tia Nélida, terminando definitivamente la conversación y la oigo salir de la casa. Se va, todos se van.

Desde la ventana asoman unos rayos de sol y caigo en la cuenta de que ya ha pasado la noche. Cierro los ojos con fuerza e imagino que escapo, que salgo corriendo, que recorro el infinito. Ya es de día, yo también me he ido.

Emilia Dennler


SE VIENE LA CIAO, NUESTRA REVISTA!


Allí publicaremos algunas de las producciones de este año...no te la pierdas!!!

Sustantivando Adjetivos



Esta vez, los adjetivos salieron a buscar sustantivos para aparearse. El resultado? poemas, frases y algunas narraciones...


Biopsia de una vergüenza creativa




Espada trémula,
fortaleza tenue,
imperio insignificante
es tu sempiterno pecado.

Balbuceo profundo,
latido rabioso,
melodía escalofriante
es mi voz inquieta.

Arriesgados contornos,
de un sueño vertiginoso,
en una casa impaciente
es nuestro auténtico folclore.

Larvaria conexión.




De mi lado del río


Se levanta un telón de retazos cocidos entre sí, pedazos que distintas personas desecharon y comienzan a desfilar, los motores en combustión, las escobas, los martillos, picos y palas, también comienzan a canturrear los piadores a despere
zarse las plantas y sacudirse el rocío. Froto mis manos y exhalo calor. Un par de niños salen a la calle y aprovechan a jugar esos 8 minutos antes de que su mama los llame a comer. Y yo estoy te
ndido en la grama contemplando las nubes que a esa hora parecen ser más lentas y más blancas. Las paredes escritas se susurran los sucesos de la noche anterior… algunas saben más que otras, y las de más allá solo suponen. Hay mucha magia en la mañana. En su puesta en marcha, en los sonidos silvestres y en los industriales. En el smog de las chimeneas en serie. Y en el chirrido del agua entre las piedras. Una filarmónica de expresiones y una apertura total de sentidos forman un cordón de agua tibia que recorre mi espalda y le sonrío al nuevo día. Una mañana bajo el puente no tiene por qué ser tan mala…

Emilio Ortecho






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"Entre tú y yo, preguntas" Por Vale Damian
o


¿Y si cierras los ojos? ¿Y si te dejas llevar?
¿A dónde vamos? Al centro del paraíso.
¿Qué cosas dices? Pareciera que hablaras con un niño.
Déjate llevar, te aseguro que lo disfrutarás.Nos vamos a una tierra que no existe, en algún lugar donde amarás flotar.
Flotar.
Eso me inunda, la nada me inunda, me siento vitalmente innecesaria, como si ya no estuviese, como si ya no escribiese, alguien más me escribe, me dibuja, y no lo hace.
Soy el hueco. Si alguien dibujara, pues yo sería el espacio que no ocupo, sí, eso mismo.
Pero se siente bello.
No creas que sufro. Es que ahora puedo estar sola, rodeada solo de mis pensamientos, y eso me hace feliz, tan feliz!
Ya no necesito estorbar a nadie porque no soy nadie, simplemente un vacío que se hunde en la plenitud de este espacio recubierto de trazo
s multicolor.
Y observo, me observo, te observo…te siento.
¿Cómo puedes? Es algo que apenas yo puedo explicarme,
¿cómo puede ser que entiendas con solo mirarme la plenitud que siento ahora mismo?
Solo en este instante, pero para siempre.
Tal vez haya cosas que no puedan ser, co
mo esto, como tu imagen reflejando plenitud al mundo, pero lo son. Tal vez ni tú ni yo seamos.




Algunos trabajos de Pablo Weber, relatos compuestos de retazos, como fotogramas de una vieja película en blanco y negro.




Mr. Jones entra a su departamento. Las luces delgadas invaden la sala mientras el color mancha todos los objetos presentes devolviéndoles, así, la vida que alguna vez habían tenido, o no. Algo
ocurre, pero el no sabe lo que es ¿No es así, Mr. Jones? Tal vez ayer se hubiese preguntado por el lugar que ocupaba el lápiz apoyado en la mesa, y a quien le pertenecía. En otro momento hubiese prendido la televisión, al igual que se hubiese asombrado por su desnudez, hubiera hablado con las sombras que ya desaparecieron y, a lo mejor, mirado una película. Su cabeza (Aunque nadie pueda asegurar que era de hecho suya) recorre todos y cada uno de los rincones del salón a la expectativa de nada. Lo que antes había sido un imán pegado a una heladera sostiene una nota que dice lo siguiente:

“Escribo estás palabras (si es que no se escriben solas) sin motivo alguno, al igual que el sol se pone todas las mañanas. La inercia implota en cada letra, vertidas en un cubo cilíndrico, de majestuosas proporciones diminutamente perceptible, se frisan a la espera del farsante sin rostro, único en su especie. En este calendario, que pronto dejará de serlo, yacen m
arcados cada uno de los días en los que el viento haya soplado, borrando así recuerdos de gélidas noches en las que intentaste morir”

El pasado no tiene comienzo, infinito, arde en las almas de todos los muertos que alguna vez decoraron la ciudad. El presente comienza en sus pupilas, nervios
as, intentando leer aquel pedazo de papel.
Su nariz explota y sus extremidades decoran la habitación. Los ojos enfocados en el cronómetro esperando deciden tomar posesión de las calles ilustradas bajo tierra. Las ruinas de la humanidad en el cielo respiran olores amargos, en ellas dios llena el vacío con conocimiento. Mr. Jones tomó su paraguas, abrió la puerta y salió a la espera del tren. Una dura lluvia va a caer.



Todo pasa en HD

El director se queda con la imagen de la calle, dentro del cuadro la luna opaca la imagen con su presencia. Las campanas suenan doce veces, mis dedos abren la caja y acercan hacia a mis labios un cigarrillo. Agarran los fósforos y, lentamente, lo encienden.
Esta secuencia me suena familiar. Mis pulmones exhalan y, a través del humo mis ojos ven el decorado. Las flores se secan, pero no es otoño, yacen ellas, imperceptibles, en la gélida noche. Las ilusiones están encerradas en una cinta. La cámara enfoca mi rostro, mis labios susurran algo. Un lápiz traza el miedo, mi codo lo tacha. Las lágrimas vacían el vaso de vodka. Todas las escaleras van hacia abajo, mis pies las recorren. El reloj de arena gira, grano a grano la ciudad se va tapando. Yo estoy del otro lado de la pantalla.


"LETRA Y MÚSICA‏"



Do, re, mi, fa, sol, la, si…


¿Solo notas musicales? ¿O acaso sean las primeras sílabas de palabras que suenan como palabras con música?






Acá va la propuesta de trabajo...

1) Enhebrar las notas musicales "Do, re, mi, fa, sol, la, si" como “cuentas” de un collar. Estas breves porciones sonoras serán la primera sílaba de una palabra que encabezará un párrafo o, al menos, una oración.


2) Una vez realizada la tarea de orfebrería, incluir en los párrafos, en función del sentido del texto, algunas de las siguientes frases de conocidas canciones u otras que Uds. elijan:

“Ella parece sospechar, parece descubrir/En mi debilidad/Los vestigios de una hoguera” Corazón delator, Soda Stéreo.
“Todos te daban por muerto/y vos allí en mi remolque/sin luz, como un polizón” Salando las heridas, Los Redondos.
“De qué planeta es el amor,/de qué mentira es el tiempo”. Inventa un mañana, La Renga
“Conozco a un empleado/que fue muerto de pena/enamorado de las sirenas/El cine de mi barrioya me mostró la escena/no ví tu alma y quería tus venas” Filosofía barata y zapatos de goma, Charly García
“Ella viaja sin pagar/el viejo truco de andar por la sombra/Ella baila sobre el mar/ella se va.” Pasajera en trance, Charly García
Y al observar toda la locura/la sociedad o lo que ya se fue/entiendo que tu amor,/ transpone todo refugio/quema todo y sin armas” Al ver, verás. Luis Alberto Spinetta.
“Es un profundo azul/La verdad se enciende sola, es una flor en el silencio/Que quema de luz la habitación” Confía, Fito Paez.
“Se abren espacios en el medio de la jungla, / son nuestras voces que se escuchan, juntas” Una canción diferente, Celeste Carballo
“Muchas veces el invierno/me echó desde la ausencia/la soga del recuerdo,/y yo siempre me he soltado/como un potro mal domado/por mañero, y porque yo/que anduve enamorado/rompí como una rosa/las cosas del pasado” Qué me van a hablar de amor, Julio Sosa
“No va a saber que hacer cuando no sople mas viento,/no sabe distinguir/el amor de cualquier sentimiento” Media Verónica, Andrés Calamaro.
“Él sabe cómo impresionar, caminando como Tarzán/el es Eva y ella Adán/y yo estoy en cualquier planeta,/presiento que algo va a pasar/las plumas del pavo real/oscurecen hasta el sol/y él se siente rey de la selva” Cinema Verité, Serú Girán
“Qué importan tus ideales/qué importa tu canción?/La grasa de las capitales/cubre tu corazón”. La grasa de las capitales, Serú Girán.
“A un hábil jugador/trascendental actor/en busca de aquel papel/que justifique con la acción toda fantasía./Que toca el saxofón/mientras su inspiración/baila tu forma de ser/que desintegra con un blues/esta oscura prisión” Llorando en el espejo, Serú Girán.
“Voy pisando fósiles, no me dejaran caer/un mundo microscópico me sostiene de los pies/Naves como nubes cambian de velocidad/Mis pupilas dilatando otra noche más…/Mas azul es la luz/Si me alejo/ Fuerza natural” Fuerza natural, Gustavo Ceratti.
“Algo de vos llega hasta mí, /cuando era un pibe tuve un jardín /pero me escapé hacia otra ciudad /y no sirvió de nada porque todo el tiempo estaba yo /en un mismo lugar, y bajo una misma piel /y en la misma ceremonia” Tumbas de la gloria , Fito Páez
“Si al final, siempre el tiempo se va,/donde caen los días./Si al final,/abrazarse al dolor,/no nos deja brillar./Dime qué será,/qué será de los dos/cuando pase la vida?” Nada es para siempre, Fabiana Cantilo
“Y como arena corre el día/día que sigue a noche/día que sigue a noche púrpura/y en mi retina yo separo/el agua del cielo tenue” Mi elemento,
Luis Alberto Spinetta.








"En el reino de la incertidumbre"

Domingo es mi día favorito, porque no tengo que trabajar en la oficina. Voy al parque y espero, para ver si está alguien que quiero, pero luego me acuerdo, que mi familia está en el extranjero. Así que para esconder el hueco, me llevo un chaleco.

Me siento y pienso en una frase de una canción: “¿Qué importan tus ideas, que importa tu canción? La grasa de los capitales cubre tu corazón.” No sé porqué me impactó, quizás por el ritmo que tomó. Pero quería hablar con alguien que se pudiera parar para charlar. Pasó un viejo, pero no se sentó ni me miró. Vino una mujer, pero al verme se volteó casi cayéndose al piso.

Al final se sentó una nena curiosa y ajena, y me preguntó con una voz muy baja.

-¿Qué tal señor?¿Por qué está tan triste?-

-Estoy pensando, contesté – e inmediatamente me pregunté ¿en qué?.

-Usted no será un tipo medio “no se qué"

-¿Qué quieres decir?

-Una persona que no sabe el qué ni el porqué de su vida.-dijo

-La verdad me parece que estamos llegando al punto, afirmé

-Excelente – exclamó- entonces te ayudo. ¿Cuál es tu problema?

-No sé, pero quiero saberlo antes de las tres- contesté

-Bueno... ¿hay algo en particular que te perturba?- preguntó

-No, pero recientemente he estado pensando en mi vida y en lo que logré, Y continúo pensando en lo que dejé. En mi infancia o adolescencia, no sé, pero seguro que en algo que no consideré.

-¿Donde trabaja?-preguntó

-En una oficina-contesté

-¿Y que hace cuando está libre?

-Pinto, porque puedo expresar lo que otros no quieren escuchar…solo pintando, escucho mi alma cantando.

-Ah! Entendí y lo logré.

-¿Qué?-pregunté asombrado

Solo y en el suelo me encuentro durmiendo, sin comida o agua Y empieza la madrugada. Camino por la calle escuchando los que me callan, porque yo no tengo palabra en el reino de la incertidumbre. Soy solo un pobre entre mil cobardes. De repente, se abren espacios en la jungla, son nuestras voces que se escuchan, juntas. Nace el día con el tumulto y la rutina. Veo un amigo que se avecina.

-¿Qué te parece este día?

-Tengo hambre...y nadie me quiere-

-Me parecía… ¿sabías que yo antes, para sentirme mejor, escribía?

-Ah, no sabía, ¿y por qué dejaste?

- Porque no pude comer con eso, pero yo te lo aconsejo.

- Pero no puedo, no tengo plata.

- Bueno, no hacen falta alas para hacer un sueño.

Faltan años para que me muera, y siento que nadie me quiere. Son muchos años que trabajo en el piso de abajo. Todos me pisan y me dejan, en esta tierra vivo como un número que viene y va, como si fuera nada. Quiero tocar un instrumento pero no puedo, porque lo único que me pudieron enseñar es a tener miedo. Quiero saber, y también aprender cómo encontrar mi alma escondida.Tengo un presentimiento cuya respuesta se la lleva el viento, Y hasta entonces espero.

Lamento el recorrido de sus vidas, mis señores, pero así lo quiere el emperador del reino del todavía, pensé.

-Reprimió su ser artístico señor, usted sueña con ser un pintor.

-Me gustaría mucho, pero tengo que trabajar en la oficina.

-Está bien señor, pero no se olvide que es un profundo azul, la verdad se enciende sola…es una flor en el silencio, que quema de luz la habitación.

Del mismo modo que vino desapareció, dejando solo su chaleco. Luego, milagrosamente encontré a un señor que me entendi y me repitió lo que le había dicho una niña. Me habló de su pintura y yo de mi escritura. Me invitó a su casa, y le pregunté si me podía comprar una fruta. En el camino dije “La vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama”.

Simplemente pensé que era hora de terminar mi vida, hasta que vinieron dos hombres, que me llenaron de alegría, con sus ideas locas de unir nuestros talentos y dejar el gran desorden. Nos fuimos todos juntos a la casa del empresario a tomar un té, a encontrar las respuestas y hablar de nuestros problemas.

Fue el mejor día de mi existencia, pero igual ya me había decidida, iba a quitarme la vida...

“No va a saber qué hacer cuando no sople más viento, no sabe distinguir el amor de cualquier sentimiento”

Jean Millian Noé


"Fuerza natural"



DOblé la curva tranquilo. Sabía que no faltaba mucho para llegar; ahora solo Cerati en su CD trucho me acompañaba desde el reproductor, gritándome cosas sin sentido:"Puedo equivocarme/tengo todo por delante/Nunca me sentí tan bien/Viajo sin moverme (de aquí)/Chicos del espacio/Están jugando en mi jardín".

REalmente no sé en qué estaba pensando el buen Gustavo, ¿qué quiso decir con todo esto? Imagino que debe ser sobre amor, la mayoría de las canciones son sobre estar enamorado de alguien. O de las drogas.

MI mente busca escabullirse, escapar de lo que me espera cuando llegue. Ella va a estar ahí y lo sé. Nuestro reencuentro se aproxima con cada metro recorrido. "Nena, no volvió el ayer/Me puse delante/De mis ojos para ver/Chispas de oscuridad/No es tan importante/Se que dios es bipolar/Cambiara como el mar lo que siento".

FAlta poco, la espera es cada vez menos, ¿Ella me habrá perdonado,? ¿Tan grave habrá sido lo que hice? A veces las personas enamoradas se mandan cagadas, y las repiten una y otra vez, como un deja-vu.

SOLo falta un poco más; un peaje y unas cuantas cuadras. Percibo la magia del momento y me preparo para cerrar esta página en mi libro. Heridas abiertas, casos sin resolver, misterios misteriosos. "Voy pisando fósiles, no me dejaran caer/un mundo microscópico me sostiene de los pies/Naves como nubes cambian de velocidad/Mis pupilas dilatando otra noche mas…/Mas azul es la luz/Si me alejo".

LA verdad no sé si voy a poder, pero en el fondo la extraño y estoy seguro DE que ella también. SÍ, soy humano y me equivoco. Ella también habrá tenido errores seguramente. Sí, podría continuar con mi vida y ella con la suya, pero ¿Quiero, no, queremos eso? ¿Podemos realmente estar el uno sin el otro? Ella fue la que llamó, no yo.

Desde acá ya veo su casa. ¿Está ella en la puerta? Esto puede salir bien, todos merecemos una segunda oportunidad, ¿No? "Me perdí en el viaje/Nunca me sentí tan bien/Todo por delante/Todo esta hablándome/Esta cam..."

-¡Hola gordo, tanto tiempo!

-¿Más o menos 3 meses son, no? ¿Cómo andás?

-Bien, te llamé porque te dejaste unos discos acá en mi casa, ¿Te acordás?

-¿Eh?

-Si, un par de la primer banda del Pity, el de las brasileñas que cantan canciones de los Rolling Stones, ¿Te acordás? y el último de Cerati, ese que fuimos juntos a ver el último recital antes de su accidente. ¿No te diste cuenta DE que no lo tenías, con lo que te gustaba el disco?

-Pensé que me lo habían choreado en el laburo. ¿Tenés ganas de ir a tomar algo por ahí? Así, por los viejos tiempos.

-Mejor lo dejamos para otro día. Ahora, a las 4, me viene a buscar mi novio.

-¿Novio?

-Si, tontis, novio. ¿Vos no te estás viendo con nadie ahora?

-Eh... no, por el momento no. Ahora estoy hasta las manos con el trabajo y tengo que estudiar un montón para la facu.

-¿Ves? ¡Al final vos siempre te la pasas estudiando y trabajando! ¡Por ese tipo de cosas ya no salimos!. Bueno…,¡nos estamos viendo!

-Si, bueno, dale. Nos vemos.

"...iando el aire/Nunca me sentí tan bien."

La puta madre.


Tomás Pulisich



"Solfeando"


Dominio de las cosas, todas las cosas menos las hojas porque todas las hojas son del viento, que las mueve hasta en la muerte. Y a mí ¿quién me moverá cuando muera? Los suspiros de la gente que habla sola y sus palabras abortadas de no hablar. Si el porvenir fuera tan otoñal y triste necesitaría algo más de vida en mi muerte.
Recuerdos, incrustados en una cabeza enamoradiza que vaga por espacios infinitos de locura y decepción. Y la cabeza da vueltas y vueltas en callejones sin salida y bosques de sonrisas. Ella viaja sin pagar, el viejo truco de andar por la sombra, sobre el mar se va. Pero no va a saber qué hacer cuando la locura acabe, no va a saber qué hacer cuando no sople más viento, pues no sabe distinguir el amor de cualquier sentimiento.
Mi cabeza escupe bocanadas de miel y agua salada. Forma ríos de estupefaciente sensación de frescura y valles de atardeceres complejos con criaturas risueñas y vívidas. En un helado de espuma mi mente se transformó. Se abren espacios en medio de la jungla, pienso que son nuestras voces que se escuchan juntas como un coro incendiario que se extingue en un abrazo.
Fácilmente puedo imaginarme ya el día en que un sin número de estrellas acaricien mi espalda y me lleven a flotar con aquellos que ya no están, en una laguna de nubes de caramelo. Volverán las tardes que manchan un lienzo infinito, las madrugadas con tazones de somníferos lácteos con vainilla. Y a este viaje solo necesito llevar un botón sin ojal, un gusano de seda, medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda.
Solfeo mañanero y simple. Así comienza mi día ideal, en que las cosas son aún más bellas por su simplicidad, personalmente
creo que todo el resto es una locura, complejidades
innecesarias y vacía cuando tenemos un abrazo, un beso,
una sonrisa. Y es solfeando que tantas cosas archivadas salieron de sus cajones para servirme de
musas en mi pensar. A veces es necesario bajar un escalón para tomar envión y subir dos más... y
eso me hace pensar que uno vuelve siempre a los viejos sitios
donde amó la vida, y entonces comprende cómo están ausentes las cosas
queridas.
La inconfundible sensación de tristeza de aquel domingo fue inexplicable, posiblemente porque estaba en un mismo lugar y bajo la misma piel y en la misma ceremonia de todos los domingos anteriores. Ese domingo decidí no estar de pie y de contención me sirvió la fina hierba de mi jardín, con un cosquilleo natural en la nuca y destellos naturales en el cielo, me sentí vivo, naturalmente. Y las horas pasaron, más livianas que antes y me sentí un fantasma peleándole al viento, el viento que me lleva en línea recta hacia el fin, y yo solo busco desviarme de la ruta programada en un gps cíclico que me envenena con porquería rutinaria. Y domingos como estos son necesarios es que a veces pienso que si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro y he de gritarle a los vientos hasta reventar aunque solo quede tiempo en mi lugar. Domingo de catarsis innegable y necesaria. Si supieras lo que la ronca voz de la realidad me susurra en mis sueños, pensarías que tengo los días contados, que solo me queda dormir y esperar que el susurro me agarre del cuello con su huesuda mano, y me sumerja en un lago de brea y hedor. Pero desconoces el acero que fluye por mis venas, no llegué hasta aquí navegando a favor de la corriente en yates con servicio de mucama. Un día, un amoroso hombre llamado Hillel me aconsejó que pelee como un valiente, que no sea un esclavo y que nadie puede decirme que debo tener miedo.

Emilio Amarú Ortecho



"Dolor que se repite en el mismo lugar, fatiga bajo el sol azul y un lamento silencioso."


Dolor. Una puntada en el pecho me despierta. Mientras me refriego los ojos para aclarar la vista trato de recordar donde estoy. Cuando miro a mi alrededor, mis recuerdos inundan el ambiente y se ve una luz. Es un profundo azul. La verdad se enciende sola, es una flor en el silencio. Quema de luz la habitación. Esas imágenes de lo que sucedió ayer me roban unas lágrimas que se funden en el azul. Grito de dolor, vacío en el pecho. Pero nadie lo escucha, estoy solo.

Recuerdo. Una puntada en el pecho me hace reaccionar. Entonces me levanto, camino hacia la puerta. Voy pisando fósiles, no me dejarán caer; un mundo microscópico me sostiene de los pies. Naves como nubes cambian de velocidad. Mis pupilas dilatando otra noche más… Más azul es la luz si me alejo. Fuerza natural. Afuera de la habitación te veo, sí, ahí al frente de mí. Esperando. ¿Qué esperás? ¿Qué buscás? ¿Vas a quedarte allí toda la noche? ¿No vas a soñar? Sí, total soñar no sirve, ¿no? ¿Por qué me mirás sin decir nada? Rompo en un lamento que se convierte en llanto.

Miro. Una puntada en el pecho me hace cerrar los ojos. Aún con los ojos cerrados veo la luz azul que me invade. Escucho azul, saboreo azul, siento ese aroma azul y la suavidad y frescura del azul. ¡Basta! Sáquenme este azul del pecho, este dolor. Ahora lo siento, siento como algo de vos llega hasta mí, cuando era un pibe tuve un jardín, pero me escapé hacia otra ciudad y no sirvió de nada porque todo el tiempo estaba yo en un mismo lugar, y bajo una misma piel y en la misma ceremonia.Siempre, día tras día, no pude cambiar, yo era yo y lo seguiré siendo. Pero vos, que me mirás con esa expresión vacía, me quitás la vida poco a poco. Me sofocás, me sacás el aire. Esperás verme morir.

Fatiga. Una puntada en el pecho me hace caer sobre mis rodillas. Me duele, quiero que pare. Desaparecer, eso deseo. “¿Estás feliz? Conseguirás tu propósito, me verás fallecer aquí, preguntándome si he logrado algo en la vida.” Levanto la vista y la observo por unos segundos buscando en su rostro las respuestas, pero sólo surgen más preguntas. “Si al final, siempre el tiempo se va, donde caen los días. Si al final, abrazarse al dolor no nos deja brillar. Dime qué será, qué será de los dos cuando pase la vida? Eso te decía tiempo atrás. ¿Lo olvidaste?”

Soledad. Una puntada en el pecho hace que me doble en dos. Está aquí y es como estar solo. Es una ráfaga de viento que se lleva mi alma. Trato de levantarme pero no puedo, mi cuerpo se rinde. ¿Voy a perder? ¿Así de fácil? Grito de dolor, de bronca. Suelto toda mi energía y me pongo de pie tambaleando. Camino hacia ella, la miro a los ojos, ojos azules, vacíos. Pero a través de ellos me doy cuenta que ella parece sospechar, parece descubrir, en mi debilidad, los vestigios de una hoguera. Sí, en mi corazón hay cenizas. Traté de ocultarlas, barrerlas, olvidarlas. Pero no sirvió de nada, ella las ve y juega conmigo.

Lamento. Una puntada en el pecho me hace apretar los dientes. La contemplo con furia. “¿Por qué me hacés esto? ¿Te estás riendo de mí?” Trato de contenerme pero las lágrimas vuelven a surgir. “Acaso no te acordás cuando me dijiste aquella vez… Si debes ser fuerte en estos tiempos para resistir la decepción y quedar abierto, mente y alma, yo estoy con vos. ¿Ya no lo recordás? ¿Era todo una mentira?”

Silencio. Una puntada en el pecho me trae de vuelta a la realidad. Me gustaría que alguien pudiera explicarme de qué planeta es el amor, de qué mentira es el tiempo. Pero no hay nadie. Yo me inclino al frente de ella. ¿Estoy loco por llorar al frente de una lápida, de hablar con la foto de ella y esperar que conteste? ¿Soy egoísta si pienso que el desgraciado soy yo y no ella? Leo su nombre tallado en la piedra, todavía no creo que ella esté ahí y no aquí conmigo, como cuando me dijo aquella tarde “Si te hace falta quien te trate con amor, si no tenés a quien brindar tu corazón, si todo vuelve cuando más lo precisás, nos veremos otra vez.”

Una puntada en el pecho, sí, dentro de poco nos volveremos a encontrar.



Laura Palmieri